Entrevista a Joan Cerveró

Camilo Irizo, director de Espacio Sonoro, entrevista a Joan Cerveró, director del Grup Instrumental de Valencia.

Camilo Irizo.- Empezaste tu andadura  como solista de percusión. ¿Echas de menos la vida de intérprete instrumental?

Joan Cerveró.-Aunque en estos momentos la percusión sólo representa una etapa de mi vida sigo sintiéndome intérprete, un intérprete a la antigua que toca, dirige, compone (nada raro en el mundo de la música y bastante recomendable, creo, para todos). Yo, ahora como director, sigo siendo intérprete, y sigo sintiéndome parte de lo que llamamos «el escenario». La música para mí es contacto con el público, comunicación.

En cuanto a la percusión…, como decía un profesor mío: «primero eres músico y después ya eliges el instrumento con el que expresarte, con el que quieres serlo», pues bien yo creo que es esto lo que me ocurrió. Al principio yo sabía, intuía, que mi lugar en la música era claro. Me gustaban otras cosas pero la música era lo que realmente me hacía vibrar, lo que más me estimulaba, y después fueron las coincidencias, las casualidades y, en fin, me figuro que la búsqueda de cierta aventura  al elegir ya que, en aquella época, la percusión era lo más novedoso. No sé si por esta razón yo elegí la percusión o ella me eligió a mí. Podía haber sido otro instrumento ya que yo comence estudiando piano, clarinete y violín pero fue al final la percusión la que más me motivó. Posteriormente fui generador y promotor de diferentes  proyectos, muchos de ellos como organizador, como compositor, o como gestor,  pero nunca abandone el escenario, nunca aislé mis multiples actividades de la energía que da el estar frente a frente con el público, la emoción de sentirse parte del hecho comunicativo. El escenario ha sido fundamental en mi manera de entender mi relación con la música y nunca he dejado de estar, y de pensar en él, sea con la percusión o con cualquier otra forma de comunicación.

C. I.- De ahí a interesarte por la dirección. ¿Qué inquietudes se te presentan para dar ese salto?

J. C.-Este salto creo que, en muchos aspectos, está sobredimensionado. La figura del director sobrevalorada, ha estado condicionada, debido a su importancia dentro de la evolución del arte orquestal, especialmente desde el romanticismo,  pero ahora esto, por lo menos desde mi punto de vista y también desde el de otros músicos de mi generación, está superado. El director es ahora una parte más del proyecto, en muchos casos necesario y en otros innecesario. Un director es uno más. Yo les digo a mis músicos: «nosotros somos como los Rollings Stones: posiblemente a  mi me veáis como Mike Jagger (siempre estoy al medio) pero yo no soy nadie sin vosotros».

Por otra parte creo que el hecho de ser percusionista como origen te hace percibir el hecho sonoro de una forma diferente. El percusionista estructura la partitura desde el pulso, desde la rítmica interna, que es uno de los soportes más importantes de la estructura de la obra. Además su visión es mucho más espacial que la de otros instrumentista ya que su lugar en la música siempre ha sido como parte de. Sus referentes sonoros siempre han estado en relación con otros instrumentos, de acompañamiento y por extensión su lugar siempre ha sido, en una forma o en otra, de concertador, de amalgama entre la melodía y la armonía. Esto hace que los que tenemos esta formación percibamos la música de una forma diferente. El más claro ejemplo es la gran cantidad de directores que en los últimos cincuenta años han surgido desde la percusión hacia el podio, como por ejemplo: Simon Rattle, Michel Plasson, Neeme Järvi o los españoles Arturo Tamayo, Josep Caballé, Josep Vicent o el joven Andrés Salado.

C. I.- Sin duda, y al margen de otras actividades, el ingreso como director en el Grupo Instrumental de Valencia fue un paso importante en tu carrera.

J. C. –Antes de ser director del Grup yo era el percusionista del Grup. Por aquella época  compaginaba mi trabajo como solista con el de profesor del conservatorio, además de realizar estudios de dirección de orquesta, en un principio bajo el consejo de Manuel Galduf, el cual estaba muy implicado en la pedagogía de la dirección y era a su vez director de la Orquesta de Valencia y catedrático en el Conservatorio, pero después seguí estudiando con Antoni Ros Marbá en el Conservatorio Superior del Liceo de Barcelona. También realicé, como era habitual en aquella época, algún curso con importantes directores, en este caso con Sergiu Celibidache, pero mi búsqueda estaba dirigida a la música de creación y Celibidache no podía aportar mucho a mis necesidades. A pesar de todo fue un trabajo interesante.  Pero lo más importante de este periodo, sin embargo, surgió al mismo tiempo ya que yo  me encontraba en París realizando los cursos con el maestro rumano, en la Schola Cantorum, y solicité al entonces director del Ensemble Intercontemporain, David Robertson, la posibilidad de asistir a la Academia del EIC en la Cité de la Musique, lo cual me permitió trabajar por las mañanas con Celibidache y por las tardes asistir a los ensayos y clases con el mismo Robertson y con Pierre Boulez. El ambiente fue fantástico y determinante para mi carrera. Esto hizo que pensara en centrarme más en la dirección, así que decidí seguir este camino.

El entonces director del Grup, el pianista francés Jean Pierre Dupuy, confiaba en mi trabajo y comencé a dirigir algunos conciertos hasta que, por decisión de los músicos, cuando él acabó su contrato, tome las riendas del proyecto artístico del Grup Instrumental.

Tengo que decir que  nunca quise hacer carrera de director sino que mi intención era aprender la profesión, la técnica para aplicarla a mi proyecto, que en ése, y en éste, era el Grup Instrumental.

C. I.- Como uno de los grupos de música actual más importantes en España, ¿qué características lo definen y lo hacen diferente?

J. C. – Creo que una de las características es haber mantenido una plantilla estable, en su gran mayoría, durante muchos años, lo cual ha hecho que sean un grupo de músicos donde la comunicación es muy rápida y donde cada uno sabe sus virtudes y sus defectos. Ellos son parte no de un contrato ni de un interés temporal. Los músicos, como he dicho anteriormente, son aquí también parte del proyecto y sobre este proyecto, con mayor o menor copromiso personal como es natural, han edificado sus carreras, complementádolas con otras actividades. Hay que pensar que hay un grupo de músicos que están tocando veinticinco años juntos, que han conocido otros directores, obras, compositores, que han viajado juntos, que han dudado de su trabajo, que han creído en él, etc. Esto, sin duda, también se refleja en la música, porque la música suena como has vivido.

Otra característica importante es la apertura estilística. Lo que para algunos críticos es deriva estilística, para nosotros es apertura; unos dicen que falta criterio y nosotros decimos que nos gustan todas las músicas. Ser contemporáneo es estar atento a la vida, en este caso a cómo suena la vida. Ser coherente y tratar de involucrarte implica no sólo conocer sino reconocerte en la música y esto puede ser muy amplio, muy abierto. El Grup se ha caracterizado por no ser un grupo de talibanes de la música, ni de portar el Santo Grial de la contemporaneidad. El grup ha hecho y sigue haciendo la musica de su tiempo y no tiene miedo a nada, ni a la melodía ni a la armonía, ni a la tradición ni a nada que pueda considerarse fuera del establishment de la contemporaneidad. La música la hacen los compositores, con los músicos, para el público y esto es todo. Hacemos la música de nuestro tiempo y ésta es mucha y muy diversa.

C. I.- El Premio Nacional otorgado en 2005 supone un espaldarazo y un referente para el resto de grupos en España. ¿Qué factores crees que llevaron a la consecución del mismo?

J. C.– Creo que estuvimos en el momento justo y en el sitio justo. Creo que tuvimos suerte por que nos dió visibilidad pero, por otra parte, nos sumió en una especie de nostalgia activa, porque reconocimos lo solos que estabamos, no nosotros, sino la música contemporánea en España. Es paradójico que sea un hecho extraordinario que un grupo con tantos años de trayectoria e implicación en la vida musical española haya sido el único referente de la música contemporánea en muchos años.

El Premio Nacional, fue evidentemente por una trayectoria, pero impulsado por nuestra defensa de la música de los compositores exiliados de la República. ¡Nosotros tocando obras contemporáneas de los años 30! Creo que ésto no debe ser premiado. Era nuestra obligación. Nunca buscamos reconocimiento.

Por otra parte que el Grup fuese galardonado creo que dió un impulso a la música contemporánea ya que representaba, para  otros grupos y proyectos, la certificación de que sí que teníamos un lugar en el mundo. Era como tirar del carro; y empezó a moverse. El premio, aunque fue para nosotros, era un reconocimiento implícito para todos los que estaban comprometidos con la música de creación y ésto era un gran orgullo y también una gran responsabilidad.

C. I.- No obstante la falta de subvenciones públicas y el actual estado de crisis, ¿condicionan en algo vuestra actividad?, ¿Qué soluciones estáis aportando a esta etapa tan difícil?

J. C.– Cada vez está más difícil. Los que mandan en la música en estos momentos son los gestores musicales, los directores de los auditorios. Ellos deciden a quien programan y que tocan y sus parámetros de juicio y de elección para la contratación no son artísticos en su totalidad sino que incluyen otras necesidades particulares ya que, en general, la primera premisa es llenar los teatros y gastar menos. Nombres con glamour y música para todos (que no es para todos, es también para unos pocos). Tienen la equivocada idea de que cuanto más haya como público mejor (para ellos, por supuesto). No quiero decir que nosotros queramos que no haya público, no, lo que quiero resaltar es que la música contemporánea siempre tendrá una dificil relación con el publico ya que su material principal es altamente especulativo y que pertenece en forma y estructura a una de las formas más minoritarias de comunicación. Esto, unido a la falta de difusión de cultura musical, de actualizar y debatir los conceptos  fronterizos en cuanto al papel de la música como cultura o como entretenimiento, etc., hacen que la música, la de creación, la actual, la contemporánea, siempre tenga esa percepción de minoritaria y elitista, por su puesto, nada más lejos de nuestra intención.

C. I.- ¿Cómo ves el futuro de los festivales en España, especialmente después de la desaparición del Festival de Alicante? Y ¿de qué salud goza el festival ENSEMS que diriges?

J. C.- ENSEMS se mantiene. Como todos con sus dificultades. Hay que pensar que no es un festival rentable, ni de masas, ni que provoque cientos de páginas de información en periódicos, ni tan siquiera críticas,  -es patético, ya ni existe la crítica musical-. ENSEMS es un festival que es el fiel reflejo de lo que representa la música contemporánea, especialmente en España. Y ¿cómo es esta música actualmente? Según las estadisticas de la SGAE es «encefalograma plano». No crece, ni muere, no va ni viene. Esta ahí y no molesta, pero tampoco estimula.

Los datos no son muy halagüeños. Los festivales de música contemporánea son una necesidad que debe de partir de los agentes implicados. No los provoca la administración, ni son gestionados para el fomento del turismo, ni tan siquera son un buen ejemplo como modelos de negocio. O los festivales  nacen y crecen desde la necesidad de los músicos, los compositores y el público, o se mueren. Si nadie los necesita ¿para que estar?

Un festival es diferente a una programación. El festival es un punto de encuentro, una realidad dosde se concentran en un periodo corto mucha formas de entender la música actual. Es como una celebración que culmina una programación anual, unas composiciones, unos grupos, solistas, grabaciones, etc.  Si no existe esto, ¿para qué queremos un festival? Un festival es una parte de un todo, posiblemente la más visible, porque tiene  un presupuesto mayor y una capacidad de convocatoria más concentrada, pero no es nada si no hay un día a día, un hábito, una constancia, unos protagonistas.  La música contemporánea no es sólo de festivales. Por esto desaparecen los festivales.

En el caso de Alicante su eliminación ha sido la crónica de una muerte anunciada  pero la culpa no es sólo de la admistración, sino de la incapacidad de los protagonistas, de nuestra incapacidad para justificar su existencia como colectivo, de demandar su existencia, de comunicar su necesidad y de, desgraciadamente, certificar con estos hechos la falta de protagonismo de nuestra música en nuestra sociedad, una incapacidad demostrada para generar nuevas formas  y nuevas ideas para la cultura y para la sociedad. Es el fín de la utopía.

ENSEMS sigue, pero aún está en peligro y cada vez lo estará más, si no sabemos transmitir su papel fundamental  destinado a entender nuestra sociedad. La música contemporánea va más allá de lo que es un simple concierto. Si no sabemos comunicar que existen formas más allá de lo comercial, de Spotify, de Itunes o de las programaciones aburridas, normalizadas y homogéneas de los teatros, óperas y demás lugares de encuentro de la música, no lograremos mantener la necesidad de nuestros festivales. Es nuestra obligación seguir, intentarlo y motivar a las generaciones que vienen.  Quien tiene que poner la música en su sitio somos nosotros y ésta es nuestra misión.

C. I.- Aunque tus composiciones abarcan tanto el género sinfónico como el de cámara, tienes un especial interés  por la música  destinada al teatro y al ballet. ¿Cómo surge esta necesidad?

J. C.- La parte compositiva es una de las facetas en las que menos me he prodigado durante estos años. Como dije al principio yo entiedo al músico como completo, es decir que toca, dirige y compone, y además enseña, por lo que no separo esta faceta. Lo que está claro es que va variando según situaciones poco controlables, unas veces coyunturales, otras emocionales. Yo lo que intento, lo que para mi es necesario, es sentirme un músico completo y esto también está en la composición.

La vindicación o la colaboración con las artes escénicas creen que viene  auspiciada por las cuestiones de concreción tanto en el contenido como en la realización del proyecto. ¿Qué quiero decir con ésto?, pues que cuando tienes un guión, una propuesta estética, un encargo de trabajo y una fecha de finalización puedes dirigir mucho mejor tu energía creativa (que en mi caso es intermitente) hacia la composición. Esto se da con mucha claridad en la música escénica. Además debido a este alejamiento de la abstracción he tenido que componer desde tangos hasta pasodobles, melodías románticas, músicas incidentales, espacios sonoros, músicas para baile, canciones, etc, etc, y ésto me hace sentirme bien.

Como comprenderás para mi el compositor se encuentra en el vértice de la pirámide creativa, es la justificación de mi trabajo y le tengo el mayor de los respetos. Y hay que tener en cuenta que no es lo mismo bailar que ser bailarín; ni componer, que ser compositor.

C. I.- Aparte de tu faceta como profesor en Castellón, ¿qué otras actividades has llevado a cabo con respecto al plano educativo y de formación de las jóvenes generaciones?

J. C.- Múltiples, ya que como dices aparte de mi trabajo ahora en el Conservatorio de Castellón , donde doy clases de música de cámara de los siglos XX y XXI, soy el responsable de Música Contemporánea del Master de Música de la Universidad Politécnica de Valencia. Además también doy clases en el MEEVIC – Título de Especialista Universitario en Música Electrónica, Electroacústica, Interactividad y Video Creación de la UPV-.

Mantengo además vivo el S.P.C. – Seminario Permanente de Composición – donde se realizan talleres para jóvenes compositores que son luego interpretados y estrenados por el Grup. También desde el Grup continuamos con el Curso de interpretación de música contemporánea Oïda, éste dirigido específicamente a instrumentistas. Fruto de ello es el Antiphon Ensemble, un grupo formado por estudiantes de últimos años o jóvenes profesionales que realizan diversos programas a lo largo del año tutelados por mi o por otros solistas del Grup. En cuanto a la difusión también realizamos un programa de conciertos, esta vez dirigidos al público en general, que se titula Entender la música contemporánea donde se presentan obras fundamentales y de nueva creación, explicadas y comentadas a través de otros apoyos estéticos o históricos como la poesía, la literatura, la pintura, realizados o prologados por diversos personajes de la cultura.

Como verás la labor pedagógica es muy importante en nuestro quehacer diario y creo que imprescindible para completar un buen proyecto  cultural.

C. I.- ¿Qué opinión te merece la actual situación de la música de creación en España? ¿Piensas que está habiendo un retroceso?  O ¿puede que quizás nunca haya existido una consolidación significativa que haya asentado a la música como un referente cultural de primer orden?

J. C.- Nuestro país ha sido por tradición átono, sordo. La música española no está incrustada en la sociedad. Incluso ahora para el público en general un compositor no representa nada en el mundo de la cultura porque en estos momentos no sabemos con claridad que es cultura, que es entretenimiento, que es distracción. Mi punto de vista no es nada positivo aunque tampoco es negativo. La música es y será lo que nosotros queramos. Posiblemente haya que renunciar a los auditorios, a los grandes eventos, a compararnos con otras situaciones, con otros países. España no es Francia, ni Alemania, ni Noruega; por suerte tampoco es Uganda o Argelia. Hay que ser realistas y conocer lo que somos y lo que representamos.

Recuerdo una anectoda que me relató Beat Furrer, compositor y director del Klangforum de Viena, al preguntarle cómo había sido el  ascenso fulgurante de su grupo en la escena austríaca y europea. Me lo explicó muy claramente: «… a todos nuestros conciertos comenzó a asistir, y luego se hizo miembro de los  Amigos Protectores de Klangforum, el Primer Ministro del Gobierno Austríaco (lo que en España sería el Presidente del Gobierno). A partir de aquel momento todo el mundo quería estar en nuestros conciertos y nos concedieron subvenciones, espacios de ensayo y una de las mejores salas de conciertos para presentar nuestra música». ¿Crees que ésto podría ocurrir en España?.

Este país es el reflejo de su sociedad, al igual que sus políticos, de sus instituciones, etc. El que quiera cambiarlo tiene que trabajar mucho. Y ahí estamos.

C.I.- ¿Algún proyecto personal digno de mención para el futuro?

J. C.- Creo que el mejor proyecto es resistir y seguir creyendo en que la música es importante para entender el mundo. Aunque cada uno tenga el suyo, hay uno que es de todos.