Carta del director

Todos los sábados a la misma hora, con puntualidad, se sienta frente al televisor. No es nadie especial, su nivel de cultura no asombra, no ha leído a los grandes escritores, pocas veces habrá pisado un museo ni  asistido nunca a un concierto de música clásica de los del gran circuito. Si acaso a alguna de las escasas actividades culturales que se programan en su localidad, generalmente de segunda fila y pensadas para el populacho, en un afán de justificación de las tareas del programador cultural de turno. No es exigente, aunque tiene sus preferencias musicales.

Me asombra su grado de fidelidad y de entusiasmo cuando habla. Quizás con más ahínco que los propios profesionales o personas que están relacionadas con el mundo de la cultura. No sabe por qué pero necesita estar en su cita semanal, en un lugar de encuentro que le reconforta, aunque no entienda a veces nada, pero con el interés de alguien que está descubriendo nuevas posibilidades, nuevos placeres, de esos que te llegan de la mejor manera, inesperadamente.

Éste es un caso real. Imagino cuántas personas como él estarán cada día ahí, de manera anónima y sin hacer ruido. Caras que se corresponderán a muy diversas necesidades vitales y cada cual con su pequeña historia de complicidad con la orquesta.

Casos como éstos, siquiera por la sensación de que todo no está perdido, justifican una parte muy importante de la función de nuestra orquesta de la RTVE. Una labor que se viene desarrollando desde 1965 de manera ininterrumpida, con un nivel altísimo, y con una función social muy importante gracias a su medio natural de difusión.

Cuatro meses al paro de sus profesores no parece la mejor solución, sean cuales sean los problemas que afectan a la institución. Una medida que puede acarrear problemas realmente graves a una estructura artística plenamente consolidada y de resultados magníficos.

El apoyo popular está ahí, presente y nítido, con soporte multitudinario a las medidas de protestas llevadas a cabo por sus miembros.

Esperemos que los responsables adquieran conciencia de la importancia de mantener la gran cultura en este país, y que la orquesta de la RTVE prosiga su actividad con las garantías suficientes para seguir deleitando a miles de personas semanalmente, como siempre ha sido.