La voz humana siempre ha sido un instrumento ciertamente peculiar. Constituyendo una de las herramientas comunicacionales más sofisticadas que poseemos como especie, dedicamos una buena parte de nuestro proceso madurativo a dominar los múltiples códigos vocales al uso en nuestro ecosistema cultural, y que nos cubren un amplio espectro de necesidades, desde la mera supervivencia física hasta las más sutiles formas de expresión artística.