Futuro. Palabra de connotaciones inciertas y a la vez necesarias.
Con motivo del análisis aparecido en las páginas de Diario de Sevilla, sobre el Ciclo de Música Contemporánea de la Junta de Andalucía, y que reflexionaba sobre la falta de público en los conciertos, junto con las opiniones reflejadas por nuestro entrevistado José María Sánchez Verdú, se renueva una vez más el antiguo, pero no concluido, debate sobre la aceptación que la música actual tiene en nuestra sociedad.
Son muchas las voces discordantes, y muchos los argumentos que cuestionan, desde diversos ámbitos, la validez artística y social del arte contemporáneo en general y de la música en particular.
Y lo verdaderamente llamativo, al margen de otras cuestiones, es la falta de sensibilidad que emana desde el corazón mismo de las instituciones musicales en nuestro País.
Excepto honrosas excepciones, que las hay, uno de los problemas principales parece residir en la falta de educación y de toma de conciencia de los propios músicos ante el hecho incontestable de la realidad creadora que nos rodea. Instituciones ancladas en un pasado rememorado hasta la saciedad, que impide el correcto desarrollo hacia las nuevas tendencias, que, sin duda, poseen la misma validez como medio de comunicación artística que las que nos precedieron.
La educación, desde este punto de vista, se antoja imprescindible para poder cambiar esta tendencia. Solo si logramos introducir de manera paulatina y creciente la idea de arte musical en su globalidad, sin excepciones y sin falsos prejuicios e ideas preconcebidas, adentrándonos con “oídos limpios” en la nueva realidad, facilitando su entendimiento, siendo conscientes de la nueva dimensión sonora y de sus nuevos medios de expresión y desarrollo, captaremos la atención necesaria para su necesario y justo disfrute.