En abril de 1997 recibí de Almudena Cano el encargo de componer una obra para la Revista Quodlibet que publica el Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares, que desde su primer número viene acompañada de creaciones solicitadas a diversos compositores con fines pedagógicos. En este encargo había dos retos: el primero de ellos consistía sencillamente en estar a la altura de mis ilustres predecesores (José Manuel López López, José Luis Turina, Fernando Palacios, Carles Guinovart, etc.). El segundo de los retos se centraba en la misma naturaleza de la obra que yo debía y quería componer, puesto que en ella había que aunar varios componentes a veces no muy compatibles entre sí, como luego explicaré. Una vez decidida la formación instrumental (hablamos de un quinteto de viento, pero pensamos como más adecuada mi propuesta de trabajar para un grupo de percusión, algo inédito en la revista), comencé a trabajar en lo que se iba a convertir en Médulas, cuya creación coincidió con mis vacaciones de verano en Corcubión y en Denia (15 de julio a 30 de agosto de 1997).