Ignacio Torner, pianista de Taller Sonoro, entrevista a Juan Carlos Garvayo. Pianista imprescindible en cualquier conversación que verse sobre música actual. Su continua actividad como pianista solista, como miembro del Trio Arbós y de otras agrupaciones de cámara le ha llevado por todo el mundo abanderando la música española. Ha realizado innumerables grabaciones dedicadas tanto a repertorio clásico como contemporáneo.
Ignacio Torner. Como solista y como pianista del Trío Arbós has recorrido todo el mundo abanderando la música actual española; ¿es real la impresión de que vivimos un gran momento internacional de la música española?
Juan Carlos Garvayo. Posiblemente sea real si la comparamos con otros momentos históricos menos felices de la historia musical española; pero siendo absolutamente objetivos, la música española actual tiene hoy día una presencia internacional bastante limitada si consideramos la capacidad real de alcance que tiene por derecho propio. Salvo algunas figuras recurrentes que han considerado situarse con justicia en el terreno internacional, la música española es aún una gran desconocida en los principales festivales europeos y americanos de música actual.
I.T. Has tenido la oportunidad de trabajar con compositores de altísimo nivel internacional. ¿Qué papel ha jugado en tu carrera y como te ha podio cambiar como pianista la relación con esos creadores?
J.C.G. Personalmente, no concibo preparar una obra de nueva creación sin la participación del compositor, en caso de que sea posible. Simplemente es un privilegio del que los intérpretes disponemos y que puede ser extraordinariamente enriquecedor para ambas partes. La experiencia es en cualquier caso muy diversa, tanto como personalidades podamos encontrar; desde la implicación emocional extenuante de un Pascal Dusapin, al perfeccionismo analítico de George Benjamin, pasando por la inefable poesía de Toshio Hosokawa, la indiferencia benévola y mágica de Salvatore Sciarrino, o la complicidad continuada con nuestros Jesús Torres o Mauricio Sotelo. En todos los casos, incluso en aquellos en los que los compositores no parecen implicarse demasiado activamente en la interpretación, este tipo de trabajo te ofrece una apertura de miras que siempre añade una perspectiva complementaria o incluso radicalmente distinta al trabajo estrictamente personal. En algunos casos los recursos técnicos tienen que adaptarse a una visión más “extrema” que la concebida originalmente y crecer o estirarse hasta límites no previstos en un estudio previo de la obra. Es en estos casos quizás en los que surge la posibilidad de replantearse algunos conceptos técnicos estrictamente pianísticos, pero en general, la principal aportación que encuentro en este tipo de trabajo es de carácter musical: Una visión más amplia, más completa, más certera del complejo y multiforme mundo de la música actual.
I.T. Al igual que otros intérpretes solistas, últimamente te vemos interesado en la dirección orquestal, en proyectos de gran relevancia. ¿Que es lo que atrae a tantos intérpretes al mundo de la dirección orquestal y a tí en particular?
J.C.G. Me resulta imposible opinar sobre las razones que puedan atraer a algunos de mis colegas instrumentistas hacia la dirección orquestal. Me imagino que habrá todo tipo de razones, desde la frustración como instrumentistas (que me perdone quien se sienta aludido pero es más cómodo, sencillo y rentable dirigir bien que tocar bien), hasta un genuino interés por abarcar otras parcelas del fenómeno musical. A mi particularmente no me atrae especialmente dirigir. Desde luego ni un ápice más que tocar. Mi relación con el mundo de la dirección ha sido más bien esporádica y casual. Prácticamente en todas las ocasiones se ha tratado de proyectos en los que se me ha pedido expresamente participar como director. Mi problema parte principalmente de que mi relación con el instrumento es extremadamente sensual y necesito tocar, palpar, las teclas del piano para sentirme cómodo haciendo música. Cuando bato los brazos en el aire experimento cierta sensación de vacío que no satisface por completo mis necesidades expresivas. Esto no quiere decir, por supuesto, que no encuentre en la dirección una fuente más de enriquecimiento de mi percepción musical global que repercute en mi faceta de intérprete al teclado.
I.T. Otra faceta tuya importante, especialmente con el Trío Arbós, ha sido la de promotor de encargos de obras a la mayoría de compositores españoles de la actualidad. ¿Hasta que punto piensas que es responsabilidad de los intérpretes dicha función?
J.C.G. La verdad es que más que como una “responsabilidad” nosotros siempre lo hemos experimentado como una necesidad natural producto de nuestra implicación en la interpretación de la música actual. Por un lado está la necesidad objetiva de crear un repertorio importante para una formación como es la del trío clásico, que por diversas razones no se ha desarrollado históricamente al mismo nivel que el de otro conjunto “clásico” como es el cuarteto de cuerda. En este aspecto podemos decir que nuestra contribución al estímulo del desarrollo del trío con piano ha sido considerable no solo desde el punto de vista numérico (por nuestras manos han pasado más de un centenar de nuevos tríos), sino también desde el punto de vista de la calidad, contando ya en nuestro repertorio con obras de primerísimo nivel que son ya referencias en el repertorio internacional. Ahora mismo, de hecho, fruto de un convenio de colaboración con la Fundación BBVA, Ivan Fedele y Georges Aperghis ya han escrito obras para nosotros y Toshio Hosokawa y Beat Furrer están en ello. Por otro lado también está la relación “natural” y simbiótica que se crea con algunos compositores que deciden explorar la formación de trío de manera más sistemática y que han escrito para nosotros series o ciclos de obras, como es el caso de Luis de Pablo o César Camarero.
I.T. ¿Crees que está afectando de forma grave la crisis económica al desarrollo de la música más actual, o por el contrario ésta hace que se agudice el ingenio en las producciones, encargos, giras…
J.C.G. En España, los que nos hemos dedicado a la música actual prolongadamente siempre hemos tenido la sensación de vivir en un estado de precariedad perpetuo. Aunque hemos experimentado picos arbitrarios de mayor bienestar, la sensación general es como de caminar por la cuerda floja. Quizás el problema sea que la música actual en España depende excesivamente de las instituciones públicas; espero que no se me entienda mal: No es que me oponga a las subvenciones públicas, nosotros mismos las hemos disfrutado, pero nuestra situación depende excesivamente de los caprichos o de los gustos del ministro o ministra de cultura de turno o de sus directores generales. Es cierto que en estos momentos la crisis económica está causando estragos en nuestro sector. Los pocos festivales o temporadas dedicadas a la música actual viven una situación total de incertidumbre. En el discurso imperante de la racionalización de los recursos, de la austeridad, de la eliminación de lo no rentable, nuestro sector, minoritario, y económicamente estéril, es y será (lo peor está aún por llegar) de los más perjudicados. Ahora es el momento para sacudirnos caspa y polillas, para despertar del letargo, para “agudizar el ingenio” como usted bien sugiere y presentar a la creación musical actual como algo atractivo, necesario, indispensable en una sociedad que desea trascender el reino gris y uniforme de los balances de cuentas y disfrutar de la dimensión espiritual que nos proporciona el arte. La música llamada “contemporánea”, a pesar de su mala prensa, es enormemente atractiva para el público general cuando se programa acertadamente, se presenta y se interpreta bien. Yo no me canso de repetirlo y sobre todo de experimentarlo.
I.T. ¿Hay una buena estructura profesional que respalde la música actual en España? Me refiero no sólo a músicos y compositores, también a festivales, agentes, promotores, programadores…
J.C.G. No. No la hay. Hay mucho por hacer en todos los campos. Desde luego creo que hay un nutrido grupo de compositores de altísimo nivel. También hay algunos intérpretes dedicados a este complejo repertorio con nivel de categoría internacional, pero desde luego faltan programadores inteligentes e informados, festivales o temporadas de concierto, y ya no digo agentes o promotores que consigan que la música actual se imbrique en el tejido musical español con la normalidad y la naturalidad que debiera. En cuanto a la inclusión de la música actual dentro del sistema educativo español, creo que todos somos conscientes de las enormes carencias que soporta en este ámbito.
I.T. ¿Que consejos o ideas le darías a los jóvenes que empiezan una carrera profesional y a los que les interesa la música actual?
J.C.G. Que se lancen a descubrirla sin el más mínimo atisbo de miedo o de complejo. Se encontrarán con un mundo musical fascinante, inmensamente rico y variado y de posibilidades expresivas ilimitadas que les ofrecerá la posibilidad de abrir su mente a mundos sonoros insospechados con los que enriquecer sus programas y su visión musical. Si en sus conservatorios o centros de estudio encuentran un ambiente poco propicio o excesivamente conservador para la práctica de este repertorio, siempre es posible encontrar “vías alternativas” donde poder encontrar la información necesaria. Los músicos que cultivamos este tipo de repertorio lo vivimos en general con una gran pasión estamos siempre dispuestos a compartir nuestra experiencia con músicos jóvenes que se acerquen a conocerlo.