HOLLIGER
Toronto-exercises, Puneigä, Induuchlen, Ma’mounia
Sylvia Nopper, soprano; Kai Wessel, contratenor. Felix Renggli, flauta; Elmar Schmid, clarinete bajo; François Benda, clarinete; Jürg Dähler, violín y viola; Matthias Würsch, marimba, tambores; Ursula Holliger, arpa; Daniel Haefliger, violonchello; Olivier Darbellay, trompeta; Bahar Dorduncu, piano. Director: Heinz Holliger.
ECM 476 3977 (Diverdi). 2008. 75’. DDD. N PN
E
TURBADOR HOLLIGER
Heinz Holliger ha vuelto. Del compositor suizo solamente nos había llamado la atención en los últimos años su segundo cuarteto de cuerdas, estrenado en 2006, que todavía no ha sido grabado en disco, pues las piezas que sí han aparecido grabadas han estado limitadas, la mayor parte de ellas, al género del concierto con solista, con unos resultados estéticos muy por debajo de las posibilidades del compositor. Sin embargo, Holliger (n. 1939) da lo mejor de sí mismo en las obras recogidas en el presente registro de ECM. Es curiosa la fijación que tiene ECM con la música de Holliger, justamente desde principios de la década de los años 90, cuando editó una de las obras decisivas de la modernidad, Scardanelli zyklus, y un formidable ciclo de lieder, Beiseit. Desde entonces no había conseguido estremecer la música de Holliger como lo hace en las piezas contenidas en este disco extraordinario, con un programa muy pensado, pues las dos obras extensas y ambiciosas, Puneigä y Induuchlen, están acompañadas, como especie de prólogo y epílogo, por dos piezas de tono aparentemente menor, Toronto-exercises y Ma’mounia, exclusivamente instrumentales. Además, cada una de las dos obras clave viene introducida por un breve recitado (a cargo de los propios autores de los poemas) que adelanta los poemas que en ellas se tratan. Las piezas instrumentales son ejercicios de instrumentación, encargos que recibiera Holliger en los años 2002 y 2005, y los resultados sonoros son de cierta ligereza si los comparamos con las turbulencias que aguardan en Puneigä. Sin embargo, algo hay en Toronto que nos llama la atención y es la lúgubre sonoridad de la sección 3ª, “Harmonia”, tan apagada. Es el mundo turbador de Scardanelli zyklus que nos sobreviene. Esa sección sirve de preludio, en la escucha, al fulgor que destila Puneigä, una obra maestra en intensidad expresiva. Se trata de un ciclo de 10 breves lieder, un poco a la manera de Beiseit, en donde la voz de soprano, al desgranar cada verso de Anna Maria Bacher, devuelve al estupefacto oyente al proceloso mundo de Scardanelli zyklus: misma exactitud en la declamación y misma atmósfera de pesadilla. Pocos músicos habrán atrapado, como hace Holliger en todas estas obras, humores tan cambiantes y tan indelebles a la naturaleza humana como el dolor, el miedo y la desolación. Holliger, para sus poemas musicales, siempre se ha basado en artistas al margen, como Beckett, Celan, Walser o Hölderlin. En este caso, la elección recae en una autora marginada no por su carácter, sino por haber compuesto sus poemas en una lengua en extinción, que se daba en una zona del sur de Alemania y que ahora forma parte de Italia. El estremecimiento que produce el tejido sonoro sombrío, dispuesto por Holliger en Puneigä, junto a los fulgurantes estallidos, viene seguido, en el disco, por los que contiene Induuchlen, otra obra de alto calado, sobre poemas de Albert Streich, pero el cambio de registro, pasándose de la voz de soprano a la de contratenor, resta algo de intensidad. No obstante, hay un momento especialmente memorable, el de la sección 3ª, que da nombre a la pieza, gracias a la identificación de la voz con los timbres lúgubres de los instrumentos.
Todo es excepcional en este disco para la historia, hasta el escaso número de intérpretes que se necesitan para poner en pie algo tan fascinante, una muestra más de que uno de los grandes logros de la modernidad es el de bastarse con pocos medios, pero efectivos, para dar obras maestras. El receptor de este disco hará bien en leer con atención el texto que lo acompaña, en el que Michael Kunkel escribe con detalle y conocimiento sobre las particularidades de cada obra.
Francisco Ramos