NONO Risonanze erranti, Post-prae-ludium per Donau

NONO

Risonanze erranti, Post-prae-ludium per Donau

Susanne Otto, contralto; Roberto Fabbriciani, flauta; Klaus Burger, tuba. Les Percussions de Strasbourg. Ensemble Experimental. Experimentalstudio de la SWR. Director: Detlev Heusinger.

Neos 11119 (Diverdi). 2010. 54’. DDD. N PN

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RESONANCIAS DE NONO

 No podía soñar la ciudad de Donaueschingen y, por supuesto, su prestigioso festival de música, con un homenaje como el que le hace Luigi Nono (1924-1990) en la pieza conclusiva de este disco de Neos, Post-prae-ludium per Donau, pues la belleza que exhala esta pieza, breve en duración, pero generosa en fondo y expresividad, parece trascender esa radicalidad del sonido que con tanto rigor abordara el autor italiano al final de su vida. La pieza podría ser también, si los aficionados a la música en general no tuvieran prejuicios ante lo moderno, un puente de enganche para saborear las múltiples aventuras en el interior del sonido que propone este músico excepcional. Por primera vez, esta obra ha sido grabada con todas las garantías, lejos de la sonoridad oscura, poco atractiva, con la que sellos como Stradivarius la ofrecieron en registros anteriores. Se devuelve aquí a la pieza la espacialización justa, el tono electrónico preciso, para aflorar en todo se esplendor. El seguidor de Nono agradecerá infinitamente esta posibilidad que permite el disco de Neos, la de la restitución de una obra que, por sus pequeñas dimensiones y su modestia (tuba sola y electrónica en vivo), ha permanecido siempre a la sombra de otras de mayor fuste en el catálogo tardío del italiano. Nono, como en él es habitual, se aleja de cualquier intención virtuosística y expone el instrumento a todas sus posibles variaciones en una gama de sonidos que parecen microscópicos, tal es el estrecho abanico con el que juega, premeditadamente, Nono. De ese escaso margen de maniobra, se obtiene una restricción de sonidos que son los que otorgan tensión a la obra. Del tejido armado por el solista, sobresale, hacia la mitad de la pieza, la sonoridad elaborada por el aparato electrónico, obteniéndose así una espectacular amplificación de las sonoridades de la tuba con las que se iniciara la obra. El efecto es apabullante y no puede dejar indiferente a nadie. La necesaria recuperación para el disco de Post-prae-ludium per Donau hay que hacerla extensible a la mucho más ambiciosa Risonanze erranti, que también pertenece al grupo de piezas satélites de la obra-eje Prometeo. Risonanze es para voz de contralto, flauta, tuba y percusiones. La intervención de la electrónica en vivo es otra vez decisiva, pues permite que los sonidos cobren una naturaleza renovada, con la que Nono pueda mostrar, con su particular brillantez, un mundo insólito, en el que la noción de continuo sonoro desparece en favor del valor del fragmento. Todo el material parte de lo ya expuesto en Prometeo, pero al ser Risonanze una obra que se podría denominar de cámara, con un arsenal mucho más restringido, los elementos puestos en juego propician que ante la obra, el oyente ya no tenga que discernir entre la multiplicidad de textos y de voces de Prometeo. Permanece, empero, el mismo afán por articular la pieza desmembrada, para hacer que la tensión venga del sonido mismo y no de la carga textual que la sostiene (en este caso, fragmentos tomados de Melville y Bachmann). Nono opera aquí como en la obra-eje, esto es, disponiendo los sonidos de tal forma que parezcan negarse a tomar cuerpo, a completarse, por decirlo así. Son como restos o islotes de algo que ya sonó, en su plenitud, hace mucho tiempo y nosotros, lo que recogemos, son sus ecos, sus migajas, de ahí que el receptor no pueda evitar un estremecimiento.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         Francisco Ramos