USTVOLSKAYA Composition nº 2 (“Dies Irae”), Sonata nº 6, Grand Duet

USTVOLSKAYA

Composition nº 2 (“Dies Irae”), Sonata nº 6, Grand Duet 

Rohan de Saram, violoncello; Marino Formenti, piano. Ludus Gravis Contrabass Ensemble. Director: Stefano Scodanibbio

Wergo WER 6739 2 (Divedi). 2010. 52’. DDD. N PN

E

MÚSICA INSÓLITA

Hay veces en que componer al margen de encargos y de todo lo que rodea al mundo musical tiene su premio. Galina Ustvolskaya (1919-2006), ignorada de la industria musical hasta los años 90, solamente se dedicó a la composición en aquellos momentos en los que lo sentía como algo necesario. Su corpus de obras es 25 títulos, repartidos entre 1946 y 1990, entre una pieza de corte neoclásico, el Concierto para piano y orquesta de cuerdas y la Sinfonía nº 5, “Amen”, lo que demuestra que su apartamiento de la vida concertística no le preocupaba demasiado. No fue sino ya entrados los años 90 cuando, gracias a las  grabaciones impulsadas desde los ellos Hat Art y Philips, entre otros, como fue conocida en Occidente la obra impar de Ustvolskaya, quien no todo el tiempo permaneció resguardada en lo que los periodistas que la visitaron, en 1992, calificaron de apartamento austero en la vieja San Petersburgo, pues Ustvolskaya irrumpió, en realidad, con fuerza en la música soviética de los años 40, con un estilo donde la tradición ya dejaba grietas por las que pasaba un nuevo soplo, el justo para que el mismo Shostakovich reparara con sorpresa en ella. Entre 1948 y 1975 ejerció la docencia en el Conservatorio de su ciudad. El aislamiento en el que viviera esta autora propicia que su lenguaje aparezca desprovisto de contaminación. En realidad, no se parece a ningún otro. Su ascesis, incluso los títulos de las piezas, lleva a pensar que se trata de una música de clara inspiración religiosa, pero ella misma se encargaría de desmentir este particular, puntualizando que sus obras, por el silencio que las cubre y la espiritualidad que desprenden, encontrarían en el marco de las iglesias el lugar adecuado para ser escuchadas. El autor del texto que se incluye en el cuadernillo de esta espléndida producción de Wergo, Rainer Nonenmann, trata de encontrar las claves de la inspiración de Ustvolskaya y apunta la filosofía gnóstica como punto de partida de sus composiciones más importantes. Sostiene que, al igual que el gnosticismo, que contempla la separación entre espíritu y materia, la música de esta autora rusa es de naturaleza dual; se mueve entre oposiciones muy contrastadas, sucediéndose los momentos de calma con los eruptivos. Esa cohabitación de luz y sosiego está formidablemente expresada en la obra de 1973, Composition nº 2, que lleva el subtítulo de “Dies Irae”. El arsenal instrumental, 8 contrabajos, piano y percusiones, ya llamó la atención en el momento del estreno discográfico de esta obra, en el disco del Schönberg Ensemble para Philips, que ha sido hasta ahora el registro de referencia. La rigidez de aquella lectura es sobrepasada ahora en esta versión para la historia que comanda Scodanibbio. El estilo de Ustvolskaya no forzosamente es lapidario, también guarda una plasticidad que sólo ahora podemos saborear. El piano ya no es un martillo, y los contrabajos tejen una red de sonidos mantenidos de enorme poder de sugestión.

Todo el programa es una fiesta para los sentidos, desde la apuntada Composition nº 2 hasta la encrespada e insólita Sonata nº 6, de poderosos clusters, con un recital del pianista Marino Formenti, y el aparentemente neoclásico Grand Duet, de 1959, donde destaca la pieza cuarta, en la que el violoncello dibuja unas sonoridades espesas que remiten, sorprendentemente, al flujo de melodías del Different trains, de Reich. En una escucha comparada, la versión de Philips de la Composition nº 2 está grabada a un volumen demasiado bajo, las irrupciones solistas de los instrumentos no desprenden musicalidad, mientras que a lectura que apareció recientemente en el sello Neos, a cargo de músicos del Mozarteum, adolecía de excesiva dulzura en los contrabajos. La versión, por tanto, de este registro de Wergo, reúne todos los atractivos para hacerla especialmente recomendable.

 Francisco Ramos