Roberto Sierra, compositor de Vega Baja, Puerto Rico. Posee un amplio catálogo, interpretado a lo largo de las principales salas de concierto de EEUU y Europa. Su música, ecléctica, está ampliamente calada por los sabores y ritmos de su tierra, que se integran con naturalidad en una conciencia técnica irrenunciable.
Camilo Irizo.- Roberto, en el año 2017 recibiste el Premio SGAE de la Música Iberoamericana Tomás Luis de Victoria, cuyo jurado destacó, entre otros méritos, la calidad y variedad de tus obras en las que consigues un equilibrio entre el lenguaje más actual y la música tradicional del Caribe. ¿Puedes explicarnos en qué consiste esa mixtura?
Roberto Sierra.- Mi obra expresa quien soy. Por un lado vengo de una cultura que posee una riqueza musical tanto en el ámbito del folclore como en el de la música popular comercial, y a la misma vez recibí una educación musical europea primero en el Conservatorio de Música de Puerto Rico (algunos maestros de origen español así como mi principal maestro de composición, Luis A. Ramirez, quien había estudiado en Madrid con Cristobal Halffter) y luego cuando fui a Inglaterra, Holanda y, finalmente, en Hamburgo donde estudié con Ligeti.
Fue en Europa donde me di cuenta que mi camino no era componer como los alemanes, como los franceses, etc. Siempre se ha hablado de la música como un lenguaje “universal”. Para mi esto era y sigue siendo problemático, ya que esa “universalidad” se limitaba a un núcleo de países europeos liderados por Alemania. La construcción del “canon de las grandes obras” la promovieron sobretodo los alemanes desde el siglo XVIII. En una colección de escritos titulada “Music & German National Identity” el musicólogo aleman Bernd Sponheuer explica con gran claridad cómo esta propaganda cultural se difunde por Europa estableciendo la supremacía de los alemanes a expensas del resto de Europa—sobretodo de la Europa Mediterránea.
No cabe duda de la grandeza de Bach, pero su música es un reflejo de su entorno, uno de carácter aleman, el cual incluyendo influencias francesas e italianas no deja de ser básicamente alemán. ¿Es la música de la Alemania o la Francia de los siglos XVIII, XIX, XX, y XXI la que debemos aceptar como modelo por ser “universal”? Sigo con esta pregunta a juzgar por la persistente tendencia que tenemos en Latinoamérica y España de asumir el concepto de que es solo bajo la anuencia estética de esos países cuando entonces somos “validados”.
Para mi lo universal se alcanza desde un locus interno, desde aquello que es nuestro, genuino y que por medios técnicos de gran altura se puede expresar en toda su potencia y belleza.
C. I.- En España hay compositores que también usan músicas tradicionales como el flamenco dentro de su producción. ¿Crees que se trata de una corriente global o es simplemente el resultado de una relación personal de determinados autores con las músicas autóctonas?
R. S.- Pienso que el mundo cada vez adquiere mayor conciencia de ser “mundo”. Las nuevas generaciones tienen una visión mas inclusiva y amplia de lo que representa la expresión musical, por lo tanto no es extraño que se mire hacia el flamenco como una posible fuente de inspiración y recursos.
C. I.- Estás en estos momentos como compositor residente en la Cátedra Manuel de Falla de Cádiz, cuyo primer encuentro se celebró en Sevilla el pasado mes de marzo. Hablábamos de la luz tan intensa que ya por aquellos días podíamos disfrutar, muy similar a la de tu país. Tu música parece tener un reflejo de esa luz. ¿Es así?
R. S.- Sí. Mi obra va mas allá de los ritmos y giros melódicos cuando hablamos de su carácter caribeño. El concepto y la memoria del paisaje, de la luz, el aire, del “pasar” del tiempo también influyen mi forma de escribir. También creo que el hecho de que hablo castellano con acento puertorriqueño tiene mucho que ver con la manera en que me expreso musicalmente.
C. I.- Me llamó la atención la anécdota con el alumno al cual enviaste a ver -al muy cercano Museo de Bellas Artes de Sevilla- una obra de Murillo para que se inspirara en ella a la hora de componer. ¿Qué pasó? ¿Por qué esa recomendación?
R. S.- Si bien recuerdo la obra en cuestión tenia que ver con una imagen de la Inmaculada de Murillo. En esos días había visitado varias iglesias y museos donde vi varios de los maravillosos cuadros del gran pintor Sevillano. A mi particularmente me interesa la pintura, y de hecho comencé a pintar hace 2 años. Para mi son dos medios distintos y resulta difícil representar la música en la pintura o la pintura en la música. Lo que sí es posible es recibir un estímulo visual que puede generar un impulso musical. Por eso le recomendé al alumno que fuera a ver directamente la obra de Murillo. ¡Lo que paso con la obra lo podremos escuchar pronto en Cádiz
C. I.- ¿La inspiración, se encuentre donde se encuentre, debe ir acompañada de una buena factura técnica si la obra quiere ser efectiva?
R. S.- Absolutamente. Sin técnica no hay nada, punto.
C. I.-No obstante, mirar en el interior de uno mismo, ¿es la parte más esencial para dotar de personalidad a una obra?
R. S.- Para mi el compositor expresa como artista quien es, su mundo interno, sus pensamientos, esos sonidos que surgen en la cabeza. A pesar de que estamos también sujetos a influencias y estímulos externos no creo que la función del compositor sea, sencillamente, reproducirlos y repetirlos como un papagayo.
C. I.- ¿Qué aspectos invisibles, esos internos, crees que predominan en tu producción?
R. S.- Yo creo que las estructuras rítmicas de mis obras en mayor o menor manera siempre están cercas de los elementos afroantillanos, igual que ciertos giros melódicos que a veces repiten notas de forma declamatoria denotan elementos de la salsa. ¡Por cierto esos giros melódicos tienen raíces andaluzas!
C. I.- Estudiar con Ligeti supongo que ha sido una de esas experiencias que ha merecido la pena vivir. ¿Encuentras todavía rasgos de sus enseñanzas en tus obras?
R. S.- La enseñanza más importante fue siempre aspirar al más alto refinamiento en la escritura.
C. I.- La mezcla música/política se ha dado con alguna recurrencia en grandes maestros. ¿Estás de acuerdo en que se use el arte para estas cuestiones? ¿En esta sociedad actual es necesario ese tipo de acciones?
R. S.- Toda acción humana es siempre política, pues decidir no opinar, no decir nada es al final una decision “política”. Por ejemplo adherirse a las tendencias musicales alemanas ignorando quienes somos refleja actitudes “cosmopolitas” que se puede interpretar como un gesto con significado social y politico.
La música también ha sido un perfecto vehículo para la propaganda, sobretodo en los sistemas politicos totalitarios y fascistas. Yo nunca he compuesto nada con estos propósitos partidarios y politicos, y personalmente no creo que mi obra es un vehículo para esto. Cuando me expreso sobre la política lo hago con la palabra.
C. I.- Si recibieras el encargo de incluir una canción popular en una de tus obras, ¿cuál sería?
R. S.- Pues un bolero latinoamericano o algo de la salsa de los años 70’; ¡siempre y cuando no esté violando derechos de autor!