Se presentaba el incipiente otoño muy interesante desde el punto de vista político en nuestro país. La parálisis institucional nos llevó a segundas elecciones, donde poco o nada se aclaró de cara a la gobernabilidad, encontrándonos a día de hoy a la espera de una solución de todo este complejo panorama.
Lo que sí quedó patente, una vez más, es el escaso o nulo interés por la cultura entre los políticos. En los debates más esperados -ganó la parte femenina con diferencia- no se hizo ninguna referencia a este asunto. Al final el debate quedó polarizado por los mismos y recurrentes temas, con más eslóganes que ideas, con más publicidad que contenido real e interesante, con más circo que pan. Sin duda no fue el único tema importante pasado por alto, pero es el tema que nos toca de cerca. Nuestro entrevistado en este número, hace una reflexión muy interesante al respecto. No son pocas las voces autorizadas que ven como la cultura se está viendo sustituida por el espectáculo y con ello perdiendo gran parte de su potente mensaje y, por lo tanto, su importancia. La falta de estructura también es evidente. Una estructura sólida que permita el desarrollo sostenido y consistente.
También en estos días se ha conocido la noticia de que en Alemania se había aumentado el presupuesto cultural hasta un cincuenta por ciento más desde el año 2013, para hacerla más accesible, acercar a más personas a las instituciones culturales y que el tema financiero no sea un problema para ello. Y con un significativo enunciando que dice que «la vanguardia artística anima el discurso democrático».
Visto lo visto, no queda otra que seguir a lo nuestro, a lo que venimos haciendo desde la última gran crisis que arrasó con todo lo decente que se había conseguido hasta ese momento, tirando como se puede hacia adelante. No parece que aquí vayan a ir las cosas mucho mejor, con leyes que no terminan de desarrollarse y con un apoyo institucional que tampoco parece que tenga intención de asemejarse al de nuestros vecinos más evolucionados. Quizás algún día se den cuenta.