El dieciocho y veinte de octubre de dos mil veinte respectivamente, se celebraron sendos conciertos en torno a dos de las figuras más relevantes de la música española: Luis de Pablo y Cristóbal Halffter. El motivo no era otro que la celebración gozosa de sus noventa cumpleaños. Poco tiempo después de aquello, desgraciadamente, ninguno de los dos se encuentra ya entre nosotros.
Figuras incuestionables del panorama musical español, formaron parte, junto a otros grandes maestros, de la denominada como generación del 51. Fue este grupo de creadores el encargado de dinamizar la maltrecha vida musical española, dotándola de los tintes de modernidad de los que carecía hasta ese momento, mediante la introducción de los cánones que predominaban en el resto de Europa.
Como grandes que fueron, su influjo en las generaciones posteriores es patente, prevaleciendo de alguna u otra manera en la fértil hornada de compositores españoles ya consagrados.
La música, como la vida, una vez comenzada debe finalizar. Así es y así debe ser. El tránsito temporal debe ser el testigo activo del disfrute de lo que llamamos vida. Y el final, aunque siempre inesperado, será quien certifique nuestra contribución personal y profesional de lo que fuimos y de lo que dejamos. Afortunadamente el legado es amplio y sus influencias serán prodigas de una u otra forma. El eslabón de la cadena que les ha tocado forjar, ha quedado firme e imperturbable.
Admirados y respetados a partes iguales, serán recordados por siempre, quedando ambas presencias unidas de manera indeleble a la historia de la música española más universal.