CARTA DEL DIRECTOR

Ante la escalada de violencia creciente a la que asistimos como espectadores lejanos y casi ajenos; con los conflictos palestino-israelí y la guerra de Irak como ejes informativos principales; y en el subconsciente esa extraña sensación de inseguridad global aminorada y dulcificada convenientemente por el sistema económico y social en el que vivimos inmersos y que tan buenos resultados ofrece a los gobernantes, ante la impasibilidad de la sociedad, narcotizada y sedada para seguir imbuida en los procesos de producción y consumo, ajena a la triste y desoladora realidad que nos rodea, y no precisamente demasiado lejos de donde nos encontramos, se nos viene a la mente algunas de las conversaciones que pudimos compartir con nuestro primer entrevistado, José Manuel López López.

En aquella ocasión, precisamente ante la barbarie de las continuas muertes, de las cuales estamos informados al detalle y al instante, que se estaban produciendo en los distintos conflictos bélicos y que por desgracia continúan abiertos aún, coincidimos en hablar sobre si la música sería capaz de alguna manera de concienciar a la sociedad de la necesidad de vivir y convivir en paz.

La respuesta de José Manuel fue sincera y convencida desde ese punto de vista, y desde luego no dudaba de que, a través de ésta, las conciencias de nuestros dirigentes en particular y de la sociedad en general serían capaces de aprehender nuevos elementos de sensatez y cordura que frenasen definitivamente cualquier atisbo de violencia.

Existen grandes disquisiciones sobre si la música es un lenguaje, y si, desde este punto de vista, es capaz de significar algo.

Que es un lenguaje, es algo innegable. Sobre su capacidad de significar, esta claro que la posee, aunque no se acierte a entender bien de qué manera significa. Y sobre su función comunicativa, creemos que pocas personas dudan de ello, pues hasta los más legos en la materia se la confieren.

Lejos de adentrarnos en cuestiones estético-filosóficas, si la música realmente provoca sensaciones y sentimientos en las personas, que de hecho creemos que es así, tenemos en nuestras manos una herramienta importante de trabajo para intentar que ese cambio se muestre poco a poco.

Si realmente esto es así, aportemos todos nuestros esfuerzos para que sea una realidad.

Por lo demás, en este nuevo número de Espacio Sonoro os encontraréis otro artículo muy interesante que viene a completar la “polémica” que se ha venido generando desde el primer número de la revista, acerca del artículo de José Manuel López “Mapa y Territorio”, en este caso con la traducción por parte de nuestra entrevistada Elena Mendoza López de un artículo de Fabien Lévy sobre Grisey y sobre el tema en cuestión.

También interesantes nos parecen los análisis que sobre Ligeti y su Atmospherés nos ofrece Jaime Martín y sobre música contemporánea y flamenco, Germán Gan y José M. Franco; y en la sección partituras la posibilidad de descargar “Reverso 2” del compositor madrileño afincado en Sevilla César Camarero.

Feliz lectura.