Hace nueve años cerré una conferencia en Stuttgart con la siguiente frase: “Escuchar es vulnerable sin pensar”. Sonó sustancioso, pero la frase estaba en el fondo desamparada, y fue presuntamente víctima de su propia verdad. Escuchar, ¿vulnerable? ¿ante quién? Y, ¿qué quiere decir “pensar”? ¿Se dirige la música al cerebro o al corazón?