CARTA DEL DIRECTOR

En una de las preguntas propuestas al entrevistado del presente número -el músico sevillano Carlos Cansino- sobre su opinión con respecto a la enseñanza de la música contemporánea en los conservatorios profesionales de música, la respuesta, por otra parte previsible, es que su presencia es escasa o nula, y además poco apoyada por parte de las directivas responsables de las directrices educativas de los mismos y, añade, con presencia aislada y loable de profesores que siguen empeñados en demostrar a la sociedad la necesidad de la inclusión de una parte tan importante del repertorio musical en la rutina de los centros educativos.

No es nuevo el tema, y seguramente el deseo de su inclusión normalizada en los Conservatorios sea un deseo que tardará en producirse.

Tampoco es insólita la noticia de que nuestros estudiantes de música acaparan, cada vez con más asiduidad, puestos en instituciones europeas de prestigio, asunto que no hace mucho parecía inalcanzable y que hoy día se está estableciendo como algo normal. Es raro el día que no se produce alguna noticia en tal sentido, y, por supuesto, alegran las buenas nuevas que también llegan desde dentro de nuestras fronteras.

La curiosidad y ganas de aprender de los estudiantes siempre ha sido una bendición, ya que por encima de profesores anquilosados o de un sistema que no concede el más mínimo privilegio de la duda, ha habido una actitud de descubrir nuevos destinos y nuevos territorios, en el más amplio sentido de la palabra, que han sido punta de lanza en la enseñanza de nuestro país, facilitando la entrada de nuevos aires y nuevos sistemas de enseñanza, que han revertido al cabo del tiempo con frutos muy dulces.

El empuje de las administraciones o de las instituciones privadas es fundamental, al igual que las ganas e inteligencia de las personas implicadas. El rumbo puede ser marcado desde muchos ángulos, y no cabe duda de que una buena política educativa y cultural marcan firmemente los rasgos de identidad de lo que luego se desarrolla en las aulas, al igual que la acción directa de los docentes sobre su alumnado.

Futuros profesores con mejor formación, darán como resultado un avance significativo en los niveles de excelencia del alumnado. Solo cabe esperar que dentro de esos parámetros, esté contemplada la música actual con la relevancia que se merece, y no solo la presencia exclusiva de nuestras melodías más sublimes.