
Dentro del ámbito de la música culta latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, existió un grupo creadoras y creadores, para quienes la pregunta por el significado social de su trabajo, y la capacidad de intervención –y aún de transformación– política de su quehacer artístico tuvo gran importancia. Nacidos en su mayoría entre las décadas de los 30 y los 40, muchos de ellos comparten algunos hitos generacionales que los atraviesan y vinculan: el contacto con las entonces recientes propuestas estéticas y técnicas surgidas en Europa Central y Norteamérica (la electroacústica, la música experimental y las posturas racionalistas de autores como Xenakis, Babbitt o Boulez) después de la segunda guerra mundial, o su convergencia en lugares de incidencia regional significativos como el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM), en Buenos Aires; pero también el impacto y los efectos de hechos significativos a nivel social, cultural y político como la llamada Guerra Fría (que tan poco de fría tuvo para América Latina), el triunfo de la Revolución Cubana y el posterior despliegue de movimientos de izquierda –muchos de estos, armados–, así como el surgimiento de las numerosas dictaduras civiles y/o militares y otras estrategias afines de diversos sectores de derecha en casi todos los países de la región.